Como consecuencia del
impás en que vivimos, mucha gente plantea y replantea la vida, la
forma que tenemos de vivirla y como solucionar la crisi social y
económica en la que estamos inmersos. El principal objetivo es que
no nos ganen de nuevo la partida los de siempre.
Mi día a día lo paso,
entre otras millones de cosas, también cuidando a mis hijas. Por
otro lado, como historiadora que soy, también tengo la manía de
pensar en mis cosas “históricamente”. Pensando en como se ha
hecho esto de la maternidad y como se puede hacer mejor.
Con las lecturas de estos
años, lo intuido se confirma y amplia. Sí, con sorpresa y cierto
aturdimento me doy cuenta de la vida que hemos tenido muchas mujeres
hasta el día de hoy ha sido ruinosa. No exagero si hablo de que la
vida de muchas de nosotras ha sido de esclavitud y submisión. Que
sobre ello se ha construido, entre otras cosas, el actual orden
económico y social. Malos fundamentos, ¿verdad?
Dentro de las paredes de
las casas se han erigido lugares de violencia y tortura (ahí es nada). Añadiría
que los que más han sufrido (y siguen sufriendo) estas violencias
son los niños y niñas. De hecho, hoy en día aún se justifica y
ampara la torta, el grito, el desprecio, etc.
¿Qué hacemos para
emendar todo este desaguisado? Mejorar los cuidados y la vida en el
interior de las casas es clave para la construcción de un mundo
mejor. Tal cual. Pienso que es importante, que el eje del cambio
viene por replantearnos como vivir a pequeña escala.
Hace tiempo que escribía
que hay dos espacios en los que me parece fundamental ejercer el
cambio: familia y comunidad. He hablado sobre lo que es la familia
para mi. Ahora me gustaría ahondar en el segundo peldaño: la
comunidad.
P. Brueghel, la Boda |
Tengo el convencimiento
que también la destrucción de las estructuras comunitarias ha sido
premeditada y orquestrada para construir el sistema actual. Así
pues, para dar paso a cambios profundos es esencial reconstruir las
redes que se han roto. Tejer un de nuevo unas relaciones
extrafamiliares fuertes y comprometidas. Comunidades que nos susteten
y ayuden.
Hoy en día los cuidados
pasan de la responsabilidad familiar a la estatal, en una suerte se
salto mortal. Al niño lo cuidan sus padres (o la madre) o, como
mucho, pasa tiempo con sus abuelos (o la abuela) y de allí pasa a la
tutela del estado (escuela, lugares de ocio, etc). Al anciano lo
cuidan sus hijos (hijas) o lo llevan a una residencia.
En este itinerario falta,
a mi entender, un paso: ¿dónde están los demás?
Necesitamos todas las
manos posibles para construir la comunidad y redistrubir los
cuidados. Por un lado, es esencial, claro, que los hombres se sientan
interpelados. Pero la reformulación debe ir más allá. Como diceAmaia Perez Orozco (mucho mejor que yo y con más claves) la vida es
responsabilidad común. Toda vida necesita de otras vidas.
Tal vez, cuando hay
alguien que depende de ti (hijos, mayores, etc) eso se hace más
patente. Pero aquellos que son jóvenes y fuertes, autosuficientes en
principio, también necesitan de los demás. La humanidad (una
palabra que nos viene un poco grande) se fundamenta en el cuidado, en
el compromiso de cuidar y ser cuidados por los otros. No seré yo la
inventora de la imágen del iceberg. Porque esta es una sociedad
donde los cuidados viven sumergidos. Con esta imagen, nos creemos,
nos han vendido la ficción que somos individuos independientes y así
nos va.
Tenemos nuestras vidas
empeñadas, al servicio de la producción y no nos lo podemos
permitir. La VIDA en común debe volver al eje de prioridades. Si
queremos que estas tareas no repercutan solo en las MUJERES SOLAS,
convirtiéndose en un trabajo inasumible, denigrante, duro...entonces
hay que arremangarse, no nos queda otra.
Apelo a aquellos que
piensan que eso de los cuidados no va con ellos. Tu que vives “como
quieres”, “donde quieres”, que “no dependes de nadie”. No
te creas la farsa que te han vendido. No estás solo, no estás sola,
necesitas de los demás y nosotros y nosotras también necesitamos tu
ayuda. Reconstruye las redes de cuidado con quién quieras, pero
búscalas y comprométete con ellas.
Si se hace bien (con ganas y ayudas, quiero decir) cuidar es bonito, sí.
Nosé que políticas se
deberían emplear para fomentarlo, que teclas habría que
tocar, que conciencias cambiar.
Que vuelva la comunidad es
tan difícil como resucitar una lengua muerta. Un trabajo casi
imposible.
Tal vez hay que inventar nuevas fórmulas.
Se aceptan propuestas.
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