Hace siglos que una oleada de modernidad dejó a Europa huérfana de su sabiduría popular. En nombre del progreso y la ciencia. Hace tiempo que demonios, malos espíritus y otros miedos personificados y con nombres y apellidos se tuvieron que ir.
Eso no hizo que desapareciera el sinsabor y la tristeza, por desgracia.
Decía el psicólogo Jung que a veces para describir lo que pasa en una mente nos sería más fácil de entender si dijeramos que ha sido un diablo el que nos ha poseído. A veces, la ciencia y la modernidad carecen de palabras adecuadas.
L'homme est en mer V. Demmont-Breton (s. 1859-1935) |
Por ejemplo.
Dicen las mujeres mapuches que una mujer no puede parir sola. Dicen que puede venir un mal espíritu y volverla loca.
Otro ejemplo.
En algunas zonas de Italia se daba por seguro que si se dejaba sola a la recién parida y su bebé los días siguientes al parto podían venir malos espiritus.
Algunos los llamaban Samara, otros Pagana.
En la antigua Roma también contaban que unos pequeños diablillos se llevaban a los bebés que estaban solos.
Hoy no nombramos a los espírtus porque dicen que no existen.
Ahora nuestra Samara se llama Depresión posparto o otras patologías.
Pero cuidado, no nos olvidemos de lo fundamental. Materindad y soledad es una mala convinación que atrae a las tristezas.
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