Todas las sociedades de una forma u otra poseen ritos de paso. Es decir, el paso de la niñez a la juventud, de la juventud a la edad adulta... se hace pasando un rito iniciático que prepara tu conciencia y tu cuerpo hacia el nuevo estadio.
Como dice Burket, la entrada en esa nueva existencia entraña algún tipo de sufrimiento. En otras palabras, las sociedades entienden el sufrimiento como una forma de crecer.
Hace ya tiempo pasó por casa un amigo que acababa de pasar un tiempo en el Amazonas. Nos contaba los pormenores de su estadía con una tribu de allí. Una de las anécdotas que contaba, precisamente, la importancia que se le daba al dolor físico como forma de cambiar conciencias. Así, en la tribu, aquél hombre (siempre hombres) que se encontraba preparado se le hacía pasar por un ejercicio doloroso. Creo que se trataba de algo así como ponerse pimienta en los ojos.
Lo primero que pensé cuando me dijo eso es que las mujeres no necesitamos de experiencias artificiosas, porque el parto cumple en parte esa función de rito de paso, ¿no os parece?
Así, mi segunda experiencia de parto, sin el uso de calmantes, fue del todo iniciática para mi. La sensación de transformación fue muy viva. Después del dolor, tremendo, ciertamente. Después de la sensación de haber conseguido hacerlo, de sentirme protagonista, muy poderosa. Después de todo ello, los días siguientes, los meses que vinieron, tuve una fuerza y confianza que pocas veces había experimentado. Ahora todo está mucho más calmado pero sin duda me siento diferente. Creo que me transformó y me impulsó en este nuevo estadio de la vida.
Y ¿si todo empezó aquí? Evidentemente nunca tendré pruebas históricas para probarlo pero, y ¿si la necesidad de crear rituales iniciativos, ritos de paso, vino cuando las sociedades humanas se dieron cuenta del poder transformador del parto?
Porque no olvidemos que una de las cosas que nos distingue como seres humanos es la capacidad de refelxión frente acontecimientos naturales. Nosotros somos capaces de percibir la trascendencia en los actos cotidianos.
Para profundizar en todo ello hablaré de una de las sociedades fundadoras de la cultura occidental: Grecia. Entre sus rituales y creencias toman gran importancia los rituales mistéricos, los misterios. Que pasaron al Roma con nombre de rituales iniciáticos. Y de los cuales, como se verá, beberá sinduda la religión cristiana.
Como dice Burket, la entrada en esa nueva existencia entraña algún tipo de sufrimiento. En otras palabras, las sociedades entienden el sufrimiento como una forma de crecer.
Hace ya tiempo pasó por casa un amigo que acababa de pasar un tiempo en el Amazonas. Nos contaba los pormenores de su estadía con una tribu de allí. Una de las anécdotas que contaba, precisamente, la importancia que se le daba al dolor físico como forma de cambiar conciencias. Así, en la tribu, aquél hombre (siempre hombres) que se encontraba preparado se le hacía pasar por un ejercicio doloroso. Creo que se trataba de algo así como ponerse pimienta en los ojos.
Lo primero que pensé cuando me dijo eso es que las mujeres no necesitamos de experiencias artificiosas, porque el parto cumple en parte esa función de rito de paso, ¿no os parece?
Así, mi segunda experiencia de parto, sin el uso de calmantes, fue del todo iniciática para mi. La sensación de transformación fue muy viva. Después del dolor, tremendo, ciertamente. Después de la sensación de haber conseguido hacerlo, de sentirme protagonista, muy poderosa. Después de todo ello, los días siguientes, los meses que vinieron, tuve una fuerza y confianza que pocas veces había experimentado. Ahora todo está mucho más calmado pero sin duda me siento diferente. Creo que me transformó y me impulsó en este nuevo estadio de la vida.
Y ¿si todo empezó aquí? Evidentemente nunca tendré pruebas históricas para probarlo pero, y ¿si la necesidad de crear rituales iniciativos, ritos de paso, vino cuando las sociedades humanas se dieron cuenta del poder transformador del parto?
Porque no olvidemos que una de las cosas que nos distingue como seres humanos es la capacidad de refelxión frente acontecimientos naturales. Nosotros somos capaces de percibir la trascendencia en los actos cotidianos.
Para profundizar en todo ello hablaré de una de las sociedades fundadoras de la cultura occidental: Grecia. Entre sus rituales y creencias toman gran importancia los rituales mistéricos, los misterios. Que pasaron al Roma con nombre de rituales iniciáticos. Y de los cuales, como se verá, beberá sinduda la religión cristiana.
Se trata de rituales incluidos en la religión clásica en los cuales solo pueden participar un grupo de iniciados. Todas las polis griegas tienen algun ritual mistérico, algun santuario que acoge en su seno a los iniciados.
Esos iniciados concerán una sabiduría y una experiencia que les hará trascendentes y que les dara la posiblidad de ir más allá de la muerte.
"La muerte no es un mal, sinó bienaventuranza”. Rezan los sacerdotes del templo de Eleusis. Los misterios entrañan la reconciliación con la muerte: de ahí la bienaventuranza.
La palabra bienaventuranza nos remite a uno de los discursos fundadores de otra secta mistérica, la que fundamenta la sociedad occidental, el cristianismo. También allí los iniciados son señalados. Son los que se salvan, los que trascienden la muerte. Ellos son también, los bienaventurados.
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos".
(Mt 5,3-12)
¿Como se consigue trascender la muerte? Yendo más allá, elevando la vida individual a una existencia nueva, supraindividual.
¿No es eso, de hecho, lo que hacemos al parir?
Hablemos de unos de los Santuarios más importantes de culto mistérico: Eleusis, cerca de la metrópoli de Atenas.
El santuario y por lo tanto todo el ritual estaba dedicado a la diosa Demeter y su hija Coré (Perséfone). No solo madre, no solo hija, no solo mujer. Es un ritual dedicado a la díada madre-hija.
Coré es raptada y apartada de su madre. Esta la búsca despesperadamente, hasta llegar al inframundo, donde se encuentra su hija, raptada por Hades.
Estos días he leído algunos artículos muy interesantes sobre la figura del a madre en los cuentos y, por consecuencia, en la mitología occidental. En relación a eso, me parece relamente destacable que uno de los rituales más importantes de Atenas y que influiría de alguna manera en el cristianismo estuviera protagonizado, no solo por una mujer, sinó también por su hija.
¿Qué sucedía durante la primavera en el Santuario de Eleusis? ¿Que hacían los atenienses congregados para rendir culto a Deméter y la búsqueda de su querida hija?
En primer lugar hay que destacar que en el ritual era bienvenida toda la comunidad, incluidos extranjeros y mujeres. Así el cuerpo cívico se expandía solo en esta ocasión. Daban la oportunidad a estos dos grupos de excluidos de pertenecer a los iniciados. Entrar dentro del círculo.
Al tratarse de un ritual del que su totalidad solo la podían conocer los iniciados, hay muchos interrogantes que no se puden responder con claridad y que tal vez nunca salgan del terreno de la especulación.
Nombraré aquellas cosas que me parecen interesantes y que de alguna manera nos indican hasta que punto todo ello tenía mucho que ver con un nuevo nacimiento y, por lo tanto con un parto.
Existían diversos estadios en el mito. Se sabe que se realizaban misterios menores y mayores. La primera parte de la ceremonia era la procesión hasta el santuario en la cual se podía participar sin ser iniciado.
Estos días he leído algunos artículos muy interesantes sobre la figura del a madre en los cuentos y, por consecuencia, en la mitología occidental. En relación a eso, me parece relamente destacable que uno de los rituales más importantes de Atenas y que influiría de alguna manera en el cristianismo estuviera protagonizado, no solo por una mujer, sinó también por su hija.
¿Qué sucedía durante la primavera en el Santuario de Eleusis? ¿Que hacían los atenienses congregados para rendir culto a Deméter y la búsqueda de su querida hija?
En primer lugar hay que destacar que en el ritual era bienvenida toda la comunidad, incluidos extranjeros y mujeres. Así el cuerpo cívico se expandía solo en esta ocasión. Daban la oportunidad a estos dos grupos de excluidos de pertenecer a los iniciados. Entrar dentro del círculo.
Al tratarse de un ritual del que su totalidad solo la podían conocer los iniciados, hay muchos interrogantes que no se puden responder con claridad y que tal vez nunca salgan del terreno de la especulación.
Nombraré aquellas cosas que me parecen interesantes y que de alguna manera nos indican hasta que punto todo ello tenía mucho que ver con un nuevo nacimiento y, por lo tanto con un parto.
Existían diversos estadios en el mito. Se sabe que se realizaban misterios menores y mayores. La primera parte de la ceremonia era la procesión hasta el santuario en la cual se podía participar sin ser iniciado.
Con antorchas, un nutrido grupo de gente se acercaba al santuario reproduciendo el camino que Démeter hizo hasta el santuario en busca de su hija.
En otras partes del ritual solo podían participar los ya iniciados, los sacerdotes, aquellos que habían participado anteriormente y, finalmente, aquellos que podían obtener la revelación.
Solo los iniciados conocían el contenido del cesto y el cofre que se encontraban dentro del Santuario. No se sabe con seguridad lo que contenían estos recipientes. Tal vez algo menos milagroso de lo que podemos esperar. Probablemente el iniciado llegaba allí en cierto estado de agitación (pensamos que llevaría cabeza y ojos cubiertos, dejando que lo desconocido actuara sobre él).
Como decía el poeta, lo importante es el camino.
De todas maneras, Burket hace la suposición, que a nuestro entender tiene cierta lógica, que se tratara de objetos relacionados con la agricultura, ya que Demeter, señora del lugar, era también la que había enseñado la agricultura a los hombres.
En otras partes del ritual solo podían participar los ya iniciados, los sacerdotes, aquellos que habían participado anteriormente y, finalmente, aquellos que podían obtener la revelación.
Solo los iniciados conocían el contenido del cesto y el cofre que se encontraban dentro del Santuario. No se sabe con seguridad lo que contenían estos recipientes. Tal vez algo menos milagroso de lo que podemos esperar. Probablemente el iniciado llegaba allí en cierto estado de agitación (pensamos que llevaría cabeza y ojos cubiertos, dejando que lo desconocido actuara sobre él).
Como decía el poeta, lo importante es el camino.
De todas maneras, Burket hace la suposición, que a nuestro entender tiene cierta lógica, que se tratara de objetos relacionados con la agricultura, ya que Demeter, señora del lugar, era también la que había enseñado la agricultura a los hombres.
Relieve del Friso Principal del Templo de Eleusis |
Burket habla de un texto de Teofrasto, Sobre la piedad (2,6), en donde cuenta como los hombres cuando descubrieron el cultivo de los cereales, “ocultaron los instrumentos de su trabajo como un secreto y se enfrentaban a ellos como algo sagrado”. De aquí propone que fueran instrumentos de labranza los que estuvieran escondidos en la cesta de Eleusis: espigas, morteros y manos de mortero. De hecho, parece que el misto debía machacar unas espigas para colaborar en la preparación del ciceón, la bebida iniciática de Eleusis. Algunas investigaciones recientes han intentado demostrar que se trataría de una bebída con algún contenido psicotrópico.
Así, muchos se han centrado en la bebida y su preparación, pero yo quisiera adentrarme un poquito en el significado del mortero y, sobretodo la mano de mortero.
La simbología sexual parece clara, no tan evidente la relación con el parto, pero seguramente debía existir teniendo en cuenta, como conté hace algún tiempo, que precisamente la mano de mortero era un objeto de gran importancia en los rituales purificadores romanos después del nacimiento de un bebé.
Después de diversas acciones, que no me entretendré a numerar, el acto final tenía un importancia primordial en todo lo que quiero mostrar, y es que el sacerdote...
“ponía fin a los grandes, indecibles misterios gritando: La señora ha dado a luz a un niño sagrado, Brimó ha dado a luz a Brimós. Ha dado a luz al fuerte” (Hipólito de Roma, Refutación de las Herejías, 5,8,40)
Y así, el misterio se convierte en parto y, por consecuencia en nacimiento. El renacimiento del iniciado.
Como decíamos más arriba, los paralelismos con el cristinismo son muy claros y seguro que otros se han ocupado largo y tendido del tema.
Yo quisiera centrarme en el parto.
El parto de María. Nacida de su madre Ana, de gran importancia en mitologia cristiana. De nuevo madre e hija. Como Deméter y Perséfone.
De nuevo un parto. Esta vez de un hombre, de nuevo un hombre fuerte. Esta vez Jesús.
El cristiansimo, en ninguno de sus evangélicos canónicos se refiere a ese momento. Es revelador, de todas maneras, que en el citado evangelio de María, que tanto me gusta y al que me he referido en tantas ocasiones, sí que lo mencione. Y, sin duda, hable de él desde el misterio. El misterio del parto.
"Y la nube se retiró enseguida de la gruta, y apareció en ella una luz tan grnde, que nuestros ojos no podían soportarla. Y esta luz disminuyó poco a poco, hasta que el niño apareció, y tomó el pecho de su madre María" (Evengelió de María o Protoevangelio de Santiago, 19.2).
No olvidemos que la fiesta principal de los cristianos católicos, no es la muerte de Jesús, no es el momento de su bautizo...es ni más ni menos que el día en que María lo parió.
De la mitología pasamos a las mujeres reales. Porque durante siglos el parto fue un momento, un espacio, en el que solo podían internvenir las iniciadas.
Como en los misterios de Eleusis, las mujeres iniciadas, aquellas que ya habían parido, junto con sus hijas que poco a poco iban aprendiendo a medida que intervenían, eran las únicas que podían entrar. Era un terreno vetado a los hombres. Ellos no pertenecían al círculo.
Pero el tiempo de los misterios ya pasó. Hace siglos se exigieron luz y taquígrafos en el parto.
Como decíamos más arriba, los paralelismos con el cristinismo son muy claros y seguro que otros se han ocupado largo y tendido del tema.
Yo quisiera centrarme en el parto.
El parto de María. Nacida de su madre Ana, de gran importancia en mitologia cristiana. De nuevo madre e hija. Como Deméter y Perséfone.
De nuevo un parto. Esta vez de un hombre, de nuevo un hombre fuerte. Esta vez Jesús.
El cristiansimo, en ninguno de sus evangélicos canónicos se refiere a ese momento. Es revelador, de todas maneras, que en el citado evangelio de María, que tanto me gusta y al que me he referido en tantas ocasiones, sí que lo mencione. Y, sin duda, hable de él desde el misterio. El misterio del parto.
"Y la nube se retiró enseguida de la gruta, y apareció en ella una luz tan grnde, que nuestros ojos no podían soportarla. Y esta luz disminuyó poco a poco, hasta que el niño apareció, y tomó el pecho de su madre María" (Evengelió de María o Protoevangelio de Santiago, 19.2).
No olvidemos que la fiesta principal de los cristianos católicos, no es la muerte de Jesús, no es el momento de su bautizo...es ni más ni menos que el día en que María lo parió.
De la mitología pasamos a las mujeres reales. Porque durante siglos el parto fue un momento, un espacio, en el que solo podían internvenir las iniciadas.
Como en los misterios de Eleusis, las mujeres iniciadas, aquellas que ya habían parido, junto con sus hijas que poco a poco iban aprendiendo a medida que intervenían, eran las únicas que podían entrar. Era un terreno vetado a los hombres. Ellos no pertenecían al círculo.
C. Maude, una comadrona de Carolina del Sur, de quién hablé hace un tiempo |
Pero el tiempo de los misterios ya pasó. Hace siglos se exigieron luz y taquígrafos en el parto.
También los ritos de paso pasaron a mejor vida. Así andamos, cruzando etapas sin enterarnos muy bien, caminando por la vida sin pararnos a pensar cual será el próximo estadio. Eternos adolescentes, algunos, haciéndose mayores demasiado deprisa, otros.
(*Buena parte de esta entrada está basada en las reflexiones que me suscitó el libro Homo Necans de W. Burkert. Un libro que probablemente ha sido superado en muchos aspectos pero que a mi me ha introducido en el fascinante mundo de los misterios griegos y se lo agradezco)
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