Es habitual oirme decir que las mujeres, y las madres, hemos construido mundos al margen. Mundos de intercambio y solidaridad. Parte de mi trabajo lo hago porque creo que es importante conocerlos y, si es posible, recuperarlos. Debemos hacernos con toda la experiencia que nos sea posible atesorar para construir un mundo mejor.
Hoy os quiero contar uno de estos espacios.
No muy lejos de donde yo vivo, en un pequeño pueblo llamado
Ereñotzu, en el municipio de Hernani, contaban las mujeres mayores la historia del Atsolorra, la manera como daban la bienvenida a la maternidad las mujeres del pueblo.
Atso significa señora mayor, vieja, en euskera. Lor(ra) puede tener diferentes significados, pero seguramente en este caso se puede traducir por obligación o compromiso.
El compromiso de las ancianas.
¿Cual era ese compromiso? Ayudar a las nuevas madres. Hacerles saber que sus brazos y sus regazos estaban allí para cuando lo necesitaran. Que entre todas conseguirían que los niños tiraran adelante.
Con ese propósito unos días después de la venida al mundo de un niño en la aldea todas las mujeres iban hasta la casa de la recién parida con comida. Picaban a la puerta con el pie, porque las manos estaban ocupadas con las viandas. Merendaban todas juntas. Era su manera de sellar el compromiso para con la nueva madre y el cuidado de su hijo. Le decían sin decir que no estaría sola.
Se trataba, de hecho, de un rito de paso al margen de la Iglesia, al margen de la oficialidad y de los hombres. Se celebró hasta hacer relativamente poco. Por eso aún hay mujeres que lo recuerdan y pueden contarnos sus pormenores.
Hoy en día que la palabra compromiso esta en decadencia, son valiosos estos testimonios.
Cuidar y dejarnos cuidar.
Comprometernos con el prójimo para que él pueda comprometerse con nosotras.
Dar y recibir, de eso se trata.
Hoy en día que la palabra compromiso esta en decadencia, son valiosos estos testimonios.
Cuidar y dejarnos cuidar.
Comprometernos con el prójimo para que él pueda comprometerse con nosotras.
Dar y recibir, de eso se trata.
Parece ser que las mujeres del pueblo están decididas a recuperar esta tradición y desde 2012 se vuelve a celebrar, esta vez un único día en primavera, con todos los niños nacidos ese año.
Han reinventado la tradición y le han puesto nuevas reglas. Así debería ser con todo.
Cojer lo bueno del pasado para convertir el presente en algo mejor.
Pd. Dedico el post a la de La Casita de los Algodonales, que me dio pie a tirar de este hilo ;)
Han reinventado la tradición y le han puesto nuevas reglas. Así debería ser con todo.
Cojer lo bueno del pasado para convertir el presente en algo mejor.
Pd. Dedico el post a la de La Casita de los Algodonales, que me dio pie a tirar de este hilo ;)
¡Me parece un ritual fantástico! Seguramente debía dar a las recien paridas mucha confianza y un gran sentimiento de pertenencia a la comunidad.
ResponderEliminarY creo muy pertinente que se recupere hoy en día, ya que al ir dejando los rituales vinculados a la iglesia, nos hemos quedado a menudo sin ningun rito de paso para dar la bienvenida al nacimiento. Seria muy interesante- y necesario. que estos ritos sociales se fuesen recuperando en todos los lugares y en diferentes momentos de la vida!
Justamente estos días estábamos hablando en casa de la importancia de los ritos de paso. Creo que son ceremonias que tienen su importancia porque nos hace darnos cuenta de los cambios, avanzar y madurar...habría que recuperarlos, tal y como dices. Pero es dificil que no suenen a artificios...todo un tema, si! :)
EliminarMe ha emocionado mucho este post. Lo he compartido en Twitter. Un abrazo Cira y gracias por escribir siempre cosas tan interesantes :)
ResponderEliminarGracias Madre exilio! :)
EliminarSabio el compromiso de las ancianas! me encantó que tocaban la puerta con el pie, porque las manos estaban ocupadas!
ResponderEliminarSi, las manos de las mamás acostumbran a estar siempre llenas ;)
EliminarYo encontré esta noticia porque en una charla de Félix Rodrigo Mora hablaba del Atsolorra y me piqué... Yo no creo que la reinvención de la tradición le llegue ni a la suela de los zapatos de lo que debía ser aquello, ¿no te parece? Es como el fenómeno doula, no deja de entristecerme que tengamos que pagar y vender el "apoyo emocional" que antes se brindaban las mujeres de forma recíproca. Vivimos tiempos complejos... Un abrazo.
ResponderEliminarSi, Tania, te doy la razón en todo. No sé como funciona hoy en día la "reinvención", pero seguro que el compromiso no es tan genunio. Lo de vender apoyo emocional tiene bastante tela. Pero algo habrá que hacer, eso también es cierto...
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