La familia nuclear y el fenómeno de blogs maternales

Ya estoy de vuelta por aquí! Tengo este espacio terriblemente abandonado desde hace tiempo. Como siempre hay una buena excusa...durante unos meses he estado alejada tanto físicamente como del tema, ocupándome de otra investigación histórica. 

Ahora ya estoy aquí y para demostrar que aún tengo muchas ganas de seguir con la investigación de la historia maternal os enlazo el post que me han publicado en la web Familias en ruta, es sobre la família nuclear y como el esquema occidental no es válido para todo el mundo...

Por otro lado, quisiera añadir el artículo que me han publicada en la I Jornada de foros, blogs y espacios de apoyo virtual, que tuvo lugar en Barcelona el 17 de marzo de 2012.

El porqué de la tribu maternal 2.0. Una explicación histórica.

Surgimiento y evolución del concepto maternidad.
Parece ser que en euskera no existe una palabra para designar el color verde. Una posible explicación de este hecho seria que las lenguas se adaptan al entorno y las palabras aparecen para explicar aquello que se ve y se pude definir. Pero no se puede definir una cosa que le envuelve todo, y donde se habla euskera el paisaje es todo el verde, así que decir verde es como no decir nada. De la misma manera, el término maternidad (maternitas) no existió en la Europa Occidental hasta el siglo IX, pero en esa ocasión solo servía para designar la tierra donde se había nacido, sinónimo de tierra nativa, es decir sin relación con la actual definición de maternidad. No fue hasta la Edad Media cuando empieza a definirse la maternidad tal y como lo entendemos en la actualidad, pero siempre en un contexto de la Madre Iglesia o la maternidad de María (Tombeur 2005:147; Knibiehler 2002:25ss). La palabra no se aplicaba a las mujeres corrientes. En la época de las Luces empezaron a configurarse las definiciones actuales de maternidad, a construirse la idea de amor maternal y a la función nutricia de la madre se le suma la educativa (Palomar Verea 2005: 41; Knibiehler 2002:59-80).
Pero cuando se clarificó el significado del término maternidad fue con el inicio de la incorporación de la mujer y del hombre al trabajo asalariado. En el momento que alguno de los miembros de la familia sale de casa para ir a trabajar a la fábrica resulta evidente la disgregación de la vida familiar y profesional (Neyrand 2004:3). Fue entonces cuando los contornos y significados de la palabra maternidad empezaron a perfilarse. Es en ese momento cuando los límites y espacios se clarifican. Surge la separación del ámbito privado del público y allí fueron enviadas las mujeres, y se decidió que este nuevo ámbito, lo privado, seria su lugar. La crianza de los niños se definió como su responsabilidad primaria, al mismo tiempo que esta tarea se privatizaba y se devaluaba cada vez más. Se devaluaba porque, si bien se consideraba que el sitio de la mujer era dentro de la casa (nunca antes se había puesto en cuestión) lo cierto era que cada vez más mujeres trabajaban fuera de casa, en trabajos asalariados. Podríamos decir que antes de que supiéramos que era ser madre, se definió como eran las malas madres1. La nueva sociedad que prefiguraba la economía capitalista empezaba a enfatizar valores como el individuo que chocaban frontalmente con otros que requerían la crianza: colectividad, colaboración, ayuda mutua y experiencia. Eso sin duda se ha ido incrementando a lo largo de estos siglos.


Espacios maternales a lo largo de la historia. De la marginalidad a la intervención masculina.
Hasta ese momento nadie se había ocupado de lo que hacían las mujeres con sus hijos los primeros años de su vida. Así que las mujeres hablaban entre ellas, aprendían de la experiencia de las otras. De sus madres, de sus vecinas, de sus amigas. Y eso nos lleva a otro tema, relacionado con el anterior y fundamental para entender el fenómeno de las madres blogueras. Las mujeres, hemos encontrado sitios de relación al margen de la luz pública, de la oficialidad. Espacios marginales que han ayudado a configurar lo que podríamos llamar una cultura propia donde la conversación, el intercambio de impresiones, la palabra en definitiva, forma una parte fundamental. Evidentemente no estamos diciendo que las mujeres seamos “por naturaleza” más habladoras, sino que las maneras en como nos hemos relacionado en el seno de las sociedades patriarcales ha llevado a escenarios de convivencia propios donde era necesario hablar y aprender de las demás. No contamos con información sobre los conocimientos transmitidos en esos contextos, porque han sido siempre no oficiales, no formales y, por lo tanto, no se han escrito. Lo que sí que tenemos son indicios que nos permiten suponer que la palabra era la protagonista. Contamos con múltiples versos y canciones que han llegado hasta nosotros, concebidos en esos momentos de encuentro (Madrigal 2008). De hecho, algunos especialistas consideran que el origen de la lírica tradicional medieval tiene como germen estas voces femeninas (Masera 1993). Así pues, como dice E. Madrigal “ lírica e historia coinciden en que las mujeres convivirían unas con otras, en intimidad suficiente para conversar (…)dentro de un ámbito privado, al mismo tiempo que colectivo, y con sus propios códigos”(Madrigal 2008:97)
Como decíamos, uno de los conocimientos no formales que tradicionalmente han sido competencia de las mujeres es todo lo relacionado con la maternidad. Generaciones y generaciones de madres hicieron caso tan solo a las palabras transmitidas por otras mujeres, ya fueran de su familia o de su entorno cercano. Momentos como el parto y la lactancia eran su competencia, hasta hace poco. Con la industrialización se profesionalizó e instrumentalizó todo lo relacionado con el nacimiento y la crianza. A la vez que se emprendía una verdadera campaña de desprestigio hacia estos figuras femeninas con poder en estos ámbitos como, por ejemplo, las comadronas2. Detrás de estos escritos y actitudes no había tan solo un interés por el futuro bebé, sino que se vislumbraban las habituales conductas misóginas.
A partir de entonces los hombres-médicos se fijaron en como hacían de madres las mujeres y empezaron a juzgar. Centraron su atención en el papel de la madre en el desarrollo del niño. La madre ya no era dueña del hogar y al mismo tiempo se le empezó a exigir una responsabilidad capital en el bienestar emocional del niño. Anteriormente se consideraba que la función principal de la madre seria la de nutrir, alimentar. Ahora la responsabilidad abracaba todos los ámbitos, hasta el desarrollo emocional (Knibiehler 2002:106). Las madres y la sociedad en general, adoptaron las nuevas modas y actitudes, desechando en muchas ocasiones las tradiciones anteriores y dejando en el olvido parte del patrimonio maternal femenino.


La maternidad hoy en día. El proceso de reelaboración de redes maternales.
Después de la Segunda Guerra Mundial las mujeres entraron a granel en el mundo laboral y con ello se desarrollaron centros de cuidados para niños. A la vez que la sociedad de consumo inventaba gran cantidad de utensilios que permitieran mejorar la vida de los niños y la menor implicación de la madre. La maternidad cada vez más se delegaba e instrumentalizaba al servicio de la producción. La fijación definitiva del concepto de familia nuclear (una pareja y sus hijos aislados en un hogar)3 y la entrada en la sociedad de consumo son los elementos básicos para entender la maternidad en la actualidad.
Hoy en día la responsabilidad de la crianza sigue siendo en gran medida de la mujer. El no asumir esa tarea de manera consciente, con todo lo que supone, puede acarrear problemas a nivel social y personal para la mujer y sus hijos. Como dice Cristina Palomar, convertirse en madre sin cuestionarse los motivos puede ser la fuente de consecuencias emocionales muy serias para estas mujeres, sus hijos o hijas y para quienes conviven con ellas. Vivir la presión de un embarazo, un parto y una crianza sin desearlo o sin saber afrontarlo (o sin recursos para hacerlo) puede desembocar en situaciones conflictivas (Palomar Verea 2005:14).
Pero aunque la elección sea consciente y querida, poner en los hombros sólo de las mujeres todo el proceso de educación y crianza conlleva una carga difícil de sostener. En la actualidad nos encontramos con mujeres que han decidió afrontar la maternidad de manera consciente, con ganas y energía. Es una responsabilidad a la cual no quieren renunciar, porque ayudar a crecer a una persona es también una tarea gratificante y enriquecedora. Pero las principales responsables del bienestar de los hijos se han quedado solas en sus casas. Porque como decía K. Vonegut, un marido, una esposa y algunos niños no son una familia. Son una unidad de supervivencia terriblemente frágil”. Se necesita a más gente.
No sólo eso, la entrada de médicos, especialistas y demás personal “cualificado” en el mundo de la crianza, consiguió, con gran esfuerzo, acabar de romper con los hilos que nos ataban con el conocimiento femenino de la maternidad, toda una red difícil de tejer de nuevo. Así que son muchas las mujeres que saben que los pediatras no les pueden ayudar en todo y que no en encuentran en casa, hablando con las madres de la familia, las respuestas que necesitan, simplemente porque ellas no las conocen. Ante esta situación muchas mujeres han buscado una salida individual al problema. Y aquí es donde aparece el fenómeno de las madres en red.
Como decíamos, las mujeres a lo largo de la historia nos hemos relacionado con la conversación, unas con otras y aprendemos hablando y conociendo experiencias de las demás. También hemos creado con las palabras. Retomando esta herencia, un grupo numeroso de madres que se han encontrado con la necesidad de comunicar, hablar sobre su experiencia más allá de su entorno más cercano. En muchas ocasiones porque ni tan solo hay un entorno cercano con el que hablar. Recomponer los hilos que se habían roto y re-conocer como paren otras mujeres, como amamantan, y a partir de allí tomar las propias decisiones. En la soledad del su piso muchas mujeres han entendido a la perfección el proverbio africano “se necesita una tribu para cuidar un hijo”, y han decidió encontrar su tribu 2.0 gracias a la creación de blogs personales.




Hutter Epstein, R., 2010. ¿Cómo se sale de aquí? Una historia del parto, Madrid: Turner Noema.
Knibiehler, Y., 2002. Histoire des mères et la maternité en Occident, Paris.
Madrigal, E., 2008. Quehaceres placenteros: canciones de trabajo del a mujer en la lírica de tipo popular. Lemir, 12, 93-112.
Masera, M., 1993. Yo, mi madre, yo, que la flor de la villa me so: la voz femenina en la antigua lírica popular hispánica, a Voces de la Edad Media (Actas de las Terceras Jornadas Medievales). México.
Moore, H. L., 1991. Antropologia y feminismo, València.
Neyrand, G., 2004. La reconfiguration contemporaine de la maternité, a Maternité et parentalité, eds. Y. Knibiehler i G. Neyrand. Paris, ??
Palomar Verea, C., 2004. Malas madres: la construcción social de la maternidad. Debate Feminista, 30, 12-34.
Palomar Verea, C., 2005. Maternidad: Historia y cultura. La Ventana, 22, 36-67.
Tombeur, P., 2005. Maternitas dans la tradition latine. Clio. Histoire, femmes et sociétés., 21, 139-149.


1 Sobre la concepción de la “mala madre” vid. Palomar Verea (2004)
2 Ya en 1646 podemos una diatriba contra las comadronas titulado A voice in Rhama or the crei of Women and Chlidren (Hutter Epstein 2010: 37)
3 La idea de familia nuclear surgió de la ideología propia de las clases medias decimonónicas, pero con el tiempo este concepto se clarifico e extendió. Al final del proceso se consiguió que ésta idea de familia se considerara “natural” y deseable. A la vez que se consideraba este tipo de familia el marco de relaciones personales privadas independiente del área pública (Moore 1991:144-145)

No hay comentarios:

Publicar un comentario