En la entrada del lunes os proponía una pequeña adivinanza. Efectivamente, como alguna de vosotras adivinó, lo que llevaba el
niño en la mano era un rudimentario antecedente del chupete. La
pintura de Albert Dürer reproduce este tipo de objeto que, por lo
que parece, era habitual en los hogares de toda Europa.
Durer, 1506 |
En el mundo anglosajón los llamaban tetas de azúcar o azúcar de
trapo. Se podían hacer con un trozo de tela vieja con azúcar en el
interior. En algunos lugares en vez de azúcar se ponía carne o
manteca y el paño se humedecía, por ejemplo, con aguardiente. En
Alemania encontramos el llamado Lutschbeutel, un trapo que
rodeaba pan dulce o semillas de amapola. Una lectora del otro blog,
Antonia, hace tiempo me comentó cómo se fabricaban en su pueblo. Se
hacían con un paño y se mojaban en leche o agua, después se daban
al bebé para que se lo metiera en la boca y se entretuviera. Eran
las llamadas “muñecas”.
Como con tantas otras cosas, no fue hasta el cambio de siglo,
concretamente en 1900, que en Estados Unidos patentaron lo que sería
el primer chupete comercializable que se llamó "baby
comforter". Y el objeto se hizo popular. Tanto que pocos
años después ya empezaron a aparecer algunas voces discordantes.
El 30 de
junio de 1909 una mujer que se autodenominaba Auntie Pacifier escribió una carta al New York Times donde advertía de los
problemas para la dentición que podía suponer utilizar este objeto
de manera habitual. Lo más interesante es constatar, como dice en la
carta, que el chupete era un objeto habitual sobre todo entre las
clases bajas. Recomiendo leer la carta, porque es muy
ilustrativa.
Otra voz en contra del uso del chupete apareció en Inglaterra el 7 de agosto de 1915, en la revista British Journal of Noursing, titulado The Dummy teat (el pezón artificial). El doctor A. E. Thomas advierte que la generalización del uso del chupete trae problemas asociados. Describe una escena que no se les hará extraña. A veces el utensilio cae al suelo y la madre lo limpia metiéndola lo en su boca y lo vuelve a poner en la boca del pequeño. Claro, si la madre padece alguna enfermedad infecciosa, como tuberculosis, el riesgo de contagio aumenta, dice el doctor.
Otra voz en contra del uso del chupete apareció en Inglaterra el 7 de agosto de 1915, en la revista British Journal of Noursing, titulado The Dummy teat (el pezón artificial). El doctor A. E. Thomas advierte que la generalización del uso del chupete trae problemas asociados. Describe una escena que no se les hará extraña. A veces el utensilio cae al suelo y la madre lo limpia metiéndola lo en su boca y lo vuelve a poner en la boca del pequeño. Claro, si la madre padece alguna enfermedad infecciosa, como tuberculosis, el riesgo de contagio aumenta, dice el doctor.
Y todos estos datos nos llevan una imagen muy concreta, cuando el
utensilio se estandarizó y se convirtió en un objeto de consumo. A
principios de siglo XX, las mujeres de clases bajas pasaron a ser las
máximas usuarias. ¿Por qué? Pues probablemente porque desde hacía
unos años eran ellas las que básicamente se habían incorporado al
mundo del trabajo asalariado. Porque ellas no tenían más remedio
que dejar a sus hijos y el chupete era un "pacificador"
adecuado cuando no los podían tener brazos. En las casas ricas
siempre había unos brazos de alquiler preparados para atender al
bebé.
Ahora el chupete lo usa todo el mundo. Siguen habiendo voces
discordantes. En casa no lo hemos utilizado, así que no tengo
experiencia, en todo caso, aquí tenéis su historia.
Genial! Muchas gracias por compartir tus conocimientos con nosotras. A mi hija nunca le han gustado los chupetes, pero se chupa el dedo. Sólo cuando salimos acepta llevar un chupete, y eso es para que no babee todo el fular.
ResponderEliminarMejor que no le gusten, que después el trabajo es para quitárselo...:)
EliminarAguardiente? En serio? Vaya tela!
ResponderEliminarSeguro que no debían dar tanta guerra así...jeje
EliminarMe ha encantado el post! Nosotros tampoco usamos el chupe, ni el dedo. Toda la necesidad de succionar se hace en la teta, y la verdad es que no es mucha! Y más anatómico no lo hay!
ResponderEliminarPues sí, siempre es mejor el original a la copia, no hay duda! :) Gracias por pasarte Avecina!
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