En el umbral

Encierro y mujer. Dos palabras que se han asociado muchas veces a lo largo de la historia.

Detrás de esas palabras viene otras: límites, fronteras y el umbral: el paso del encierro al exterior.

Umbral (antiguamente lumbral) es una palabra compuesta, de hecho por dos: lumbre y limes. Hogar y frontera. Una palabra entre dos mundos: exterior, interior.

Tal vez, uno de los primeros encierros que se conocen es el que tiene que ver con el sangrado de la menstruación. En muchas culturas las mujeres se separan del tejido social cuando tiene la regla. Lo que no se sabe seguro, pero parce bastante posible, es si estás separaciones son voluntarias y buscadas por las mismas mujeres. Así lo afirman algunos investigadores (Esther Harding, B. Bethelheim, A. Rich...)

Los períodos de menstruación no eran tan constantes como los tenemos ahora. Las mujeres que no han estado viviendo en un mundo capitalista tiene de media menos de la mitad de periodos que nosotras. Son mucho más irregulares, entre otras cosas porque paren más y tiene lactancias más prolongada*.

Así, debemos imaginar la vida de las mujeres diferente a la nuestra, con periodos de reclusión y fuerte introspección, en donde solo entrarían en contacto con otras mujeres.

Mujeres encerradas por propia voluntad. Sangrando. Una sangre que no es muerte, sinó vida.

Lo que allí pasaría sería percibido por los hombres como parte de un misterio. 

Tengo la impresión que lo que en su momento Freud catalogó como "envidia del pene" es bastante aproximado a lo que en realidad los hombres experimentaron al ver la capacidad creadora y de gestación de las mujeres, la capacidad de sangrar sin padecer. Lo que tal vez Freud quiso decir fue "envida del parto", quién sabe.

Existe un mito persa de la creación del mundo. En aquél mito la mujer crea el mundo (...). Da a luz un gran número de hijos. Estos, asombrados por este acto que ellos no pueden repetir, se asustan "¿Quién nos asegura -piensan- que ella, capaz de darnos la vida, no puede  también quitárnosla?". De modo que, a causa del temor que inspira este misterio y su posible contrapartida, la matan.

(citado en Nacemos de Mujer, p. 110, A. Rich)

De la envidia al miedo. Oprimida y temida. Débil y mágica. 

Quién sabe si a raíz de este miedo por el poder de la gestación, probablemente las circumpstancias van más allá y son más complejas pero, el caso es que los hombres  construyeron un entramado social donde ellos detentaron el poder.

En algunas sociedades patriarcales fueron más allá y la reclusión se convirtió en permanente y obligada. Encerraron a sus mujeres.

Hace poco publicaba un post donde contaba cómo la vida de las mujeres atenienses transcurría, básicamente, dentro de las cuatro paredes de su casa, porque no estaba bien visto que salieran de allí.
No es fácil para nosotras, mujeres occidentales, imaginarnos el ambiente y pensaimentos de las mujeres que han vivido y viven encerradas, junto con sus hijos, en las casas familiares.
Contaba Fátima Mernisi en su libro "Sueños en el Umbral" sus pensamientos cuando era pequeña y vivía en un Harén marroquí (lo más parecido, desde mi punto de vista a lo que sería la vida en una casa ateniense)

Existe armonía cuando cada grupo respeta los límites de los demás; la transgresión sólo causa pena y desdicha. Pero las mujeres soñaban con ella continuamente. Su obsesión era el mundo del otro lado del umbral. Fantaseaban durante todo el día con pasear por calles desconocidas.
Desde entonces buscar la frontera se ha convertido en la ocupación de mi vida. La angustia me consume cuando nu puedo situar la línea geométrica que organiza mi perplejidad. 
Mi infancia fue feliz porque las frontareas eran claras como el agua.Podía sentarme en el frío umbral de mármol blanco, pero no podía reunirme con mis primos mayores que ya estaban jugando.

Cuando salían, seguían con el encierro a cuestas poniéndose un velo, las mujeres atenienses.

Mujer griega con velo, Terracota, II aC, Capua


Las vasijas griegas donde aparecen mujeres estas se representan, en muchas ocasiones, en el umbral, cerca del marco de la puerta. En ese espacio de transición entre fuera y dentro en el que las mujeres empiezan a estar indefensas, están entre dos mundos, femenino y masculino.


Crátera figuras rojas. Louvre (K 404)

Otro encierro, este ha durado hasta más adelante y del que quiero extenderme en otra ocasión, es el puerperio, la llamada cuarentena. Después de dar a luz, en la mayoría de sociedades, las mujeres se quedan en casa sin salir. Con la ayuda de otras mujeres sobrellevan estos primeros días de maternidad. 
Si en algú momento querían salir a la calle por necesidades imperiosas, también tenían manera de llevarse la casa a cuestas, por ejemplo algunas iban tapadas con una teja o, de nuevo, un pañuelo en la cabeza.

Mujer con teja, Euskalherriaren Jakintza, 1935



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*Si os interesa profundizar en los ciclos menstruales preindustriales os invito a concer la página de Tania, donde ha traducido algunos artículos interesantes al respecto

**Otra bibliografia para ampliar:

Aphordite's Tortoise. The Veiled woman of ancient greece.
Ifigenia entre puertas. La iconografía y la "Ifigenia en Táuride" de Eurípides

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