Las horas y las pautas


El año 1891 se inauguró en lo alto de las Ramblas de Barcelona un aparato bastante curioso: Un reloj que marcaba, según decían, la hora oficial. Aún hoy se puede ver en uno de los edificios esa, podríamos decir, reliquía histórica.
Al verlo paseando nos damos cuenta que las horas, esos famosos 60 minutos, nos son más que una convención que se inventaron hace relativmente poco.

En un momento dado se decidió organizar los innumerables tipos de modos de contar el tiempo en uno solo, que serviría para todo el mundo. Se marcaron unas líneas sobre el mapa y se decidió que a cada franja del globo sería una hora más o menos y así hasta hoy.
Así se ha ido pasando poco a poco de una invención de los hombres para controlar el tiempo a un tiempo que controla a los hombres. Esa es al menos mi impreisón. 

Hay momentos en que se hace más patente esa dictadura inventada bajo la que vivimos...por ejemplo cuando nace un niño. ¿Cada cuanto se despierta? ¿Cada cuanto mama? ¿Cada cuanto hace cacas y pipís? Tiene que aguantar ya tres horas (de 60 minutos cada una!) y comar 10 miuntos de cada pecho...( de 60 minutos cada una!).

¿Y ahora que hemos cambiado de hora? Pues nada, les toca entenderlo sin remedio a los pobres bebés y no tan bebés...

¡Qué cosa más absurda cuando lo piensas!

 

Por otro lado, eso no quiere decir que no existan pautas. Poco a poco, los bebés van entrando en las rutinas y pautas de la familia en la que les ha tocado vivir. Creo que los niños en todas las épocas han vivido con unas pautas muy establecidas y concretas.

La familia de campo que se levantaba cada día del año a un momento similar. Después se encargaban de las mismas tareas. Comían siempre juntos en la mesa. Y así siempre , sin más cambios que les procuraban las estaciones.

La familia menestral que se levantaba cada día del año a un momento similar. Después se encargaban de las mismas tareas. Comían juntos a la mesa. Y así siempre .

Los niños mientras estaban por allí aprendiendo qué venía después qué. Tampoco pasaba nada si el día de la fiesta patronal o cuando llegaban los comediantes al pueblo todo esto cambiaba .

Todo el mundo sabía que al día siguiente todo volvía a la normalidad.

Ahora vivimos en una época de inestabilidad. Yo no sé cómo será mi vida dentro de un mes, literalmente. Inestabilidad y precariedad, un pack peligroso para los niños, que enraizan muchas de sus seguridades en esas pautas. En ese “saber que viene después”. 

Debemos ayudarles a tener un lugar donde echar raices. Aunque solo les podamos ofrecer una comida en familia cada día donde comentar sus problemas y alegrías, eso ya es mucho.



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