Sobre la injusticia

Hoy os presento un texto extraído de la novela que leí hace un tiempo, Grandes Esperanzas, de Dickens. En ella se cuenta la vida de un niño, Pip, protagonista de una infancia muy desgraciada, bajo la tutela de una hermana mayor mezquina y que no sabe amar.

La historia está escrita a finales del siglo XIX, cuando las condiciones de vida de la llamada Revolución Industrial empezaron a hacer verdaderos estragos. La infancia fue una de las grandes damnificadas. El paisaje industrial mostraba familias pobres, desestructuradas, niños trabajadores en pésimas condiciones,  huérfanos vagando por las modernas ciudades industriales... 


Gente como Dickens empezaron a alzar la voz para defender a los más débiles del escalafón social: los niños. Creo que no es ningún disparate decir que de la pluma de este escritor nos llegan los primeros escritos de lo que últimamente se ha venido llamando child centred approach.

Unos años después del nacimiento de S. Freud, Dickens ya apuntaba, en párrafos como el que os presento a continuación, las consecuencias en la vida adulta de los malos tratos en la infancia.

 

La crianza que me había dado mi hermana me había hecho muy susceptible. El mundo diminuto donde viven los niños, cualquiera que sea quien los críe, no hay nada tan finamente percibido y tan finamente sentido como la injusticia. Tal vez el niño no está expuesto sino a una injusticia pequeña, pero el niño es pequeño y su mundo se pequeño, y su barra de medida es tan alta, según su escala, como un caballo irlandés de caza, fuertemente huesudo. Yo había sostenido dentro de mí, desde mi infancia, un conflicto perpétuo con la injusticia. Había sabido, desde mis inicios, que mi hermana en su caprichosa, violenta coerción, era injusta conmigo. Había alimentado la convicción profunda que aquella crianza con continuos azotes, no le daba ningún derecho a criarme a tirones. A través de todos mis castigos, caídas en desgracia, ayunos y vigilias, había fortificado aquella determinación, y al hecho de haber intimado en tanta manera, a modo de solitario y desamparado, hizo que en gran parte de que yo fuera moralmente tímido y muy susceptible .

1 comentario:

  1. Interesante abordar el tema de la crianza desde la literatura. Estoy de acuerdo en que el maestro Dickens fue uno de los primeros "abogados" de la infancia en la historia de Occidente, si bien no fue el precursor de la caridad ni de obras sociales, sí tuvo a bien abrir los ojos a las personas que para entonces sabían leer y escribir acerca de una realidad social que no todo el mundo conocía y que por diversas razones permació por mucho más tiempo desatendida.

    Saludos afectusos desde Budapest

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