Pocos años después de la muerte de Jesús, los primeros
cristianos crearon una nueva manera de hacer literatura e inventaron
el relato evangélico. Seprodujo una gran proliferación de
documentos que querían explicar quién fue Jesús. Con los años la
Iglesia eligió a cuatro que se convertirían en los evangelios
canónicos. Los otros quedaron excluidos del canon oficial, son los
llamados evangelios apócrifos.
Estos textos, aparte de la importancia que tienen para la
religión católica, creo que son de gran interés para los
historiadores. Pocas veces nos encontramos, por este periodo de
tiempo, con retratos del día a día de la gente común. La
cotidianidad nunca fue del interés de los escritores antiguos. En
los evangelios se muestran, en medio de relatos milagrosos y
fantasiosos, pinceladas que nos acercan a los actos diarios de las
comunidades de Oriente Próximo en los primeros siglos de nuestra
era.
Entre estos textos hay uno que me gusta especialmente, es el llamado
Libro de Jaime o Nacimiento de María, donde se explica
la vida de María. Parece que fue escrito en la segunda mitad del
siglo I d. C. Es un evangelio en femenino. Ella es la madre por
antonomasia de los cristianos. Probablemente no será la última
entrada que le dedicaré, porque su figura ha marcado la imagen de la
maternidad en la cultura cristiana y, por tanto, en la sociedad
occidental.
Pensé que ésta era una bonita manera de empezar. Con un texto poco conocido y, en mi opinión, de un alto valor literario. Podéis encontrar pequeñas pinceladas de cotidianidad, intimidad y poesía. Los primeros pasajes que reproduciré (espero hacer alguna otra entrada de este texto) tienen que ver con la infancia de María (las madres también hemos sido niñas, ¿verdad?).
Creo que es difícil encontrar un texto tan antiguo donde se relate el círculo femenino que se constituía entre madre e hija. La descripción de lo que sucedía entre las paredes de la casa, los rincones de las relaciones femeninas, creo que no se había reflejado de manera tan clara desde Safo. ¿Esto podría indicar que quien escribió esta historia era una mujer? ¿Podían interesar los detalles de la maternidad a un hombre? Quizás sí, nunca lo sabremos.
Ana y María, según Leonardo de Vinci |
“A Ana se le cumplieron los seis meses, tal como el ángel había
dicho. Y el mes séptimo dio a luz y pregunto a la comadrona:
- ¿Que he engendrado?
La comadrona le dijo:
-Una niña
Y Ana exclamó:
-Mi alma ha sido ensalzada en este día.
Y puso la niña en la cuna.
Cumplidos los días, Ana se purificó de su impureza ritual y dio
el pecho a la niña. Y le puso el nombre de María.
De día en día, la niña se fortalecía. Cuando tuvo seis meses,
la madre la dejó en el suelo para comprobar si aguantaba derecha. Y
habiendo caminado siete pasos, volvió al regazo de la madre (...).
Cuando la niña hizo un año (...) su madre se la llevó al
oratorio de su cuarto y le dio el pecho. Entonces Ana entonó este
himno al Señor Dios:
-Cantaré un cántico al Señor, mi Dios, porque me ha visitado y
me ha sacado del oprobio de los enemigos. El Señor me ha dado el
fruto justo, que es único y abundante en sus ojos. ¿Quién
anunciará a los hijos de Rubén que Ana da el pecho? Escuchad,
escuchad, las doce tribus de Israel, ¡Ana está amamantando!
Dejó a la niña descansando en la habitación donde estaba el
oratorio y se puso a servir a los invitados”.
(La traducción la he hecho yo misma de la versión catalana. Si
alguien tiene una traducción mejor en castellano, que me lo haga
saber! Se lo agradeceré. Sobre las ediciones y volúmenes en que se
pueden encontrar el evangelio hablaré el viernes).
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