Textos que escriben la historia

Para hacer historia tenemos dos fuentes principales:

Los libros escritos por los historiadores, donde cuentan su versión de los hechos. 

Y, por otro lado, todo el material escrito en la época en cuestión. Estas últimas son las llamadas fuentes primarias, la información principal de la que se nutre cualquier buen libro de historia. 

En otras palabras, no es lo mismo leer un libro donde te cuenten, en el siglo II las madres amamantaban a sus hijos, que encontrar un documento escrito en siglo II donde una madre te cuente en primera persona "yo amamanté a mi hija". 

El texto que presenté el miércoles es un buen ejemplo de ello. Ana cuenta lo que supone para ella ver nacer a su hija y darle el pecho. Es un documento basado en la experiencia de una madre entre los siglos I aC y II dC. 

Su gran fuerza es que casi no tenemos nada que hable de la maternidad en esas épocas. De allí mi emoción cuando lo encontré. Los evangelios, esos relatos que se crearon para dar empuje a la nueva confesión cristiana, tienen muchas informaciones de valor, porque nos enseñan historias de las personas del pueblo llano. Nada de eso existe en los documentos típicos de época antigua, que sólo se dedican a relatar el día a día del poder. 

El problema de estos documentos es que han sido modificados ampliamente por la Iglesia. En el caso de los evangelios apócrifos, no oficiales, están a veces demasiados envueltos por el misterio, por falsas magias que nada tiene que ver con la historia. Por eso es importante, a la hora de leerlos, intentar escoger una buena edición, que esté hecha con seriedad. 

Yo, personalmente, recomiendo la edición de Armand Puig i Tàrrech. En mi caso tengo la traducción en catalán, de la editorial Proa. Pero también existe una versión en castellano, de la editorial Ariel. 

Espero que os animéis, porque son textos que van mucho más allá de la religión. 

Feliz fin de semana.