A lo largo de la historia las mujeres, todo lo que tenía que ver con nosotras ha sido situado en el lado del desorden. Las sociedades patriarcales han tenido miedo al descontrol de las mujeres.
En épocas antiguas, ese desorden se aceptaba en ciertos lugares, eran explosiones controladas. Las mujeres vivían en los subsuelos de lo establecido.
A veces han salido de allí, han asomado la cabeza. En esas ocasiones, casi siempre han sido pisadas y llevadas de nuevo a su redil.
Veamos una de estas historias en las que las mujeres parece que pasan la línea de lo perimitido.
Primero, vamos a Roma, una de esas ciudades en que las mujeres vivían en algunos espacios de color.
Nos acercaremos a los pies del Aventino, una de las siete colinas romanas, donde se vivía una atmósfera especial. Allí se daban cita los llamados cultos plebeyos, del pueblo bajo. En todos ellos las mujeres tenían un protagonismo especial. Dioses antiguos que no tenían demasiada simpatía del poder y al poder.
Liber y Libera, antiguos dioses romanos del vino.
Bona Dea, una señora diosa.
Juno, la gran deidad de las mujeres romanas.
Y Baco. Un dios moderno en la religión romana, venido del extranjero y que estaría permanentemente bajo la suspicacia de los señores romanos.
¿Porqué? Porque las mujeres protagonizaban el culto, que era, como muchos de los femeninos, culto del subsuelo, un ritual mistérico. Los mistos, iniciados, se conocían y diferenciaban de los demás mediante algún signo.
Pero todo ello, aunque no gustaba a las autoridades, hubiera sido permitido si no hubieran pasado los acontecimientos que nos hace llegar Tito Livio (39,8-18). Si ellas no hubieran asomado la cabeza.
En un contexto de expansión imperialista de Roma, de guerras continuadas a lugares lejanos, las mujeres debieron tener un protagonismo claro en la ciudad. Porque sin tutores legales, ellas ejercían de facto autoridad. Todo apunta que las mujeres, sobretodo las matronas romanas, vivían esos años una época de libertad, estaban venidas arriba.
Mujer sufragista |
Eso lo indica, sobre todo, las medidas legislativas que se promulgaron.
Un primer paso se dió en el año 214 aC con la ley Oppia. Según esa norma no podían llevar demasiado oro, no podían vestir trajes de colores (!!!) o ir por la ciudad con carros de bueyes guiados por ellas mismas.
Eso suena a mujeres dueñas y señoras. Demasiado coloridas, por decirlo de otra manera.
Pues esas coloridas señoras romanas consiguieron, todo hay que decirlo, que 21 años después (el año 195 aC), (es decir, probablemente las hijas de aquellas que sufrieron las restricciones) se derogara la dicha ley, después de una protesta activa.
Según nos cuenta el propio Livio (39,8-18), en un hecho sin precedentes, las matronas romanas salieron a la calle, ocuparon la entrada del foro, impidiendo a los hombres entrar para votar. A medida que el debate avanzaba, pasaban los días, y las mujeres iban llegando desde fuera de la propia Roma, agolpándose a las entradas, reclamando su derecho a ir vestidas como quisieran y a comandar un carruaje.
Ganaron el pulso.
Ese era el ambiente en la ciudad, cuando se produjo la primera caza de brujas de Occidente.
Fue entre los años 186 y 180 aC. Seis años de represión, donde podrían haber muerto unas 7000 personas.
¿Que había pasado? ¿Porque estos rituales de carácter posiblemente marginal, que incumbían en un principio a extranjeros eran temidos por el poder?
mujeres brindando |
En un principio el culto incumbía solo a mujeres, se hacía de día al pie del Aventino, en el bosque de la diosa Estimula (nada más y nada menos!). Pero llegó la señora Paculla Annia y decidió que también los chicos jóvenes, hasta los 20 años, podían formar parte del culto. También trasladó los rituales a la noche. Tanta popularidad tendrían estos "festejos" mistéricos, que pasaron de celebrarse 3 veces al año a 5 noches al mes. El descontrol, la fiesta, debía ser patente en Roma. Nada de secreto a voces. Eran mujeres y jóvenes que se reunían en domicilios privados o en el bosque. El culto se extendió por toda Italia.
Parece que se han encontrado en los subterráneos de una casa romana un espacio de rito báquico con signos de fuego. Coincide con los años de la represión.
Había que controlarlo. Mujeres pervertidoras de hombres, bebidas, descontroladas (libres), ejerciendo su sexualidad sin fronteras. Iniciando en culto a sus propios hijos (o, tabú!). (Cuenta Livio como Paculla Annia inicia a sus dos hijos...y otro sacerdotisa Duronia a su hijo Ebusio)
Serán las mismas tildadas de brujas siglos después. Mujeres despeinadas y coloridas.
Mujeres peinándose, Degás. |
Así que empezó la represión de manera acostumbarada. Primero la delación dentro de sus filas: En esta ocasión fueron Hispala Fecenia y Ebucio que gracias al servicio prestado al Estado Romano, ganaron mil ases cada uno entre otros privilegio.
Y después no hace falta demostrar casi nada.
Existe la inscripción de la ley, que se hizo llegar a toda Italia y donde se decía como proceder a la represión (CIL,I.581).
Existe la inscripción de la ley, que se hizo llegar a toda Italia y donde se decía como proceder a la represión (CIL,I.581).
Hablan las fuentes de 7000 ajusticiados, bajo las acusaciones de culto extranjero degradante, conjuración impía, uniones sexuales ilegítimas, violación de hombres libres, violación de mujeres, falsos testimonios, falsos testamentos, delaciones, filtros mágicos, asesinatos ocultos cuyos cadáveres no podían ser sepultados de manera legítima. Para más señas, nos dice Livio que los gritos de los que estaban siendo vioaldos o asesinado no podían ser escuchados por las estratagémas de los iniciados.
Las mujeres no tuvieron ni el derecho a ser castigadas como los demás. Fueron dejadas en manos de sus maridos y padres, para que las ejecutaran. Era la manera del poder de reafirmar que todo lo que les incumbía era un asunto de puertas adentro.
Fueron efectivos y acabaron con el culto en esas condiciones. No solo con este culto, parece ser que también hubo modificaciones en otros que estaban bajo sospecha y liderados por mujeres, como el de Liber-Liberia.
Plauto cuenta en una comedia hecha después del edicto, Casina (979-981) como el viejo Lisídamo regresa a casa con malas pintas e intenta poner una excusa a su mujer...
L. Las Bacantes, mujer...
M- ¿Las Bacantes?
L. Sí, las Bacantes, mujer.
M. Dices tonterías a sabiendas, pues, por Castor!, actualmente las bacantes ya no practican sus ritos.
L- La había olividado. Pero de todas formas, las bacantes...
M-¿Pero como las Bacantes?
L- Pues si eso no es posible...
Ya no hubo más bacanales pero aún así, unos 1800 años después, en el Diccionario de la Real Academia nos infroman que bacanal es una orgía con mucho desorden y tumulto. La memoría sigue estando del mismo lado, de los que redectan los diccionarios.
Si se quiere ampliar se pueden consultar estos artículos on-line:
Ellas fuero el orígen de este mal...(Liv. 39.15.9)
El papel de la mujer en las Bacanales romanas
Si se quiere ampliar se pueden consultar estos artículos on-line:
Ellas fuero el orígen de este mal...(Liv. 39.15.9)
El papel de la mujer en las Bacanales romanas
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