Leía el otro día un artículo titulado, Agotadas: el mal del siglo XXI.
Y claro, como tantas otras, me reconocí.
El verbo agotar significa gastar todo, consumir. En otras palabras, echar hasta la última gota de energía.
La mayoría de mujeres con hijos que conozco se sienten así. Hace un tiempo ya me referí a estas "enfermedades" femeninas en un post titulado Males de Madres.
El cansancio, el agotamiento es, sin duda, uno más.
Todo empieza por la noche. Duermes mal. Si, de acuerdo, los niños no duermen seguido, pero antes las mujeres se ponían al pequeño en el pecho o él mismo se enganchaba y seguían durmiendo. Así pasa aún en muchos rincones del mundo. No parece que se quejen demasiado de sus noches. Nunca el sueño había dado generado tanta literatura.
Mi teoría es que nuestro cansancio es mental y no físico. Eso hace que tengamos sueños ligeros, que el niño en el pecho, que un ruido en la calle, no nos deje dormir
Porque nuestra cabeza no deja de dar vueltas.
Si subes una montaña, si corres al lado de la playa unos quilómetros también te cansas pero es un cansancio agradable, físico. Un cansancio que te hace dormir placidamente.
No es nuestro caso. Tenemos el cuerpo tenso. La cabeza nublada.
Tenemos listas mentales de todo lo que hay que hacer hoy, mañana y pasado. No tenemos capacidad de relajarnos.
¿Porque generalmente no les pasa igual a los hombres?
Yo creo que nosotras siempre estamos intentando demostrar que podemos. Que somos capaces.
¿Por qué? ¿Alguién nos pide cuentas?
Hace unos siglos se nos enseñó a donde teníamos que llegar, cúal era el retrato de la mujer-madre perfecta, una construcción de la sociedad moderna-capitalista-patriarcal.
Pero cuidado, porque a ello se añadía el convenciemnto generalizado de que esta tarea tan necesaría de cuidar de los niños y el hogar era encomendada a unos seres débiles y poco capaces.
Tozudas, cada día de nuestras vidas intentamos dar lo mejor de nosotras mismas, superar las expectativas, llegar al mínimo exigido por la sociedad.
Seamos conscientes e intentemos pasar de estos modelos imposibles, irreales y dañinos.
Intento convencerme que las cosas esenciales que hay que hacer no son tantas.
Difrutar de nuestros hij@s, por ejemplo, lo pondría como lo primero de la lista.
Y después, no sé, quizás...
Amar, compartir, comer bien, ayudar, ser ayudada, escuchar con atención, ser escuchada...
Todo lo demás, poco a poco, se andará.
Quitémonos peso.
Liberémos la mente.
Que buena y que necesaria tu entrada Cira. Prometo liberarme de tanto peso de la buena mujer...a ver si lo consigo un poquito.
ResponderEliminarBesos
Si...seamos más indulgentes con nosotras misma...que difícil! Petó.
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